domingo, diciembre 14, 2014

La cuestión catalana

Hay mucho que analizar sobre la cuestión catalana. Me refiero a la cuestión de la independencia, claro. Oportunidad, conveniencia, dificultades técnicas, modo de ejecutarla, beneficios y perjuicios, si tiene sentido... *
Da para mucho análisis, mucho texto, mucho debate.

Pero lo que admite bien poca discusión es si los catalanes tienen derecho a decidir si quieren una Catalunya independiente. En democracia, al menos, no hay discusión posible: el derecho a la libre determinación es un derecho fundamental de los pueblos, tanto como la libertad de expresión o reunión lo son para las personas. Ningún pueblo puede ser obligado, por la fuerza, contra su voluntad, a pertenecer a una determinada nación. En democracia.

¿Dudas? ¿Es posible tenerlas?
En fin... ahí va una comparación para intentar contribuir a despejarlas:
Un matrimonio entre dos personas es un acuerdo voluntario que llega a su fin en el momento en que UNA DE ELLAS así lo decida. Mantener el matrimonio depende de los dos, pero para divorciarse basta con que uno así lo quiera. UNILATERALMENTE.
Y creo que todos entendemos como una aberración, inadmisible en estos tiempos, que uno de los cónyuges pueda obligar a su pareja a mantener la relación contra su voluntad, por la fuerza.
Eso es tiranía. O esclavitud.

Pues con los pueblos -salvando lo técnicamente inviable-, lo mismo.
Existe un proyecto nacional, llamado España, que debe estar formado de mutuo acuerdo, por todos aquellos pueblos que libremente así lo decidan. Si los catalanes no quieren seguir formando parte de ese proyecto, tienen todo el derecho a poner en marcha su propio proyecto nacional.

Sin embargo, no vivimos en una democracia. Y, en consecuencia, como es lógico y normal, el gobierno central de nuestro Régimen está manteniendo en la ilegalidad el ejercicio de ese derecho fundamental en concreto.
Ya sabemos que en las tiranías los ciudadanos no tienen derecho a decidir.
Y naturalmente, como no puede ser de otra manera, también sucede lo mismo, de forma generalizada, en todas partes, con otros derechos y libertades fundamentales.**

Pero no es eso lo peor.
Ante una violación pública tan evidente de un derecho fundamental, ante una prueba tan clara de ausencia de democracia, y ante unos partidos políticos que descaradamente promueven o defienden que se esté vulnerando el derecho a decidir de una parte de los ciudadanos (los de derechas: PP, PSOE, UPyD...) o que no lo están condenando o posicionándose claramente (los autodeclarados de izquierdas: IU, Podemos, EQUO...), lo que más me preocupa es que, ante todo ello, los españolitos de a pie nos hayamos quedado tan tranquilos, y que sigamos considerando participar normalmente en los procesos electorales, votando a uno de esos partidos. Los partidos del Régimen.

Eso sí que me parece extremadamente preocupante. Que, a estas alturas, haya tantos conciudadanos tan profundamente ignorantes en cuestiones políticas que sigan confundiendo democracia con tiranía. Ciudadanos que, bien con su falta de reacción, bien con sus actos (y sus votos), pese a la que nos está cayendo, van a mantener la tiranía en este país, convencidos de que de que vivimos en una democracia, pese a las evidencias que, día sí, día también, demuestran lo contrario.

Ignorancia tan grande hace inviable la democracia. Porque democracia es gobierno del pueblo y, para gobernar, hay que saber. Algo. Unos mínimos.
Y aquí no sabemos de la misa, la mitad.



* La independencia de Cataluña:
¿Será beneficiosa o perjudicial? ¿Para quienes?
¿El pueblo llano en Cataluña va a conseguir algo positivo cambiando la bandera pero manteniendo a los mismos individuos en el poder, el mismo Sistema político o el mismo Sistema económico que tenemos ahora?
¿Cuánto puede cambiar su situación si les gobiernan “desde Bruselas” directamente vía Barcelona, con respecto a lo que ocurre ahora, que son gobernados “desde Bruselas” con unos intermediarios en Madrid que pintan cada vez menos?
¿Cuál es el modo más adecuado de llevar a cabo un proceso de Secesión de España? ¿Cómo resolver sus dificultades “técnicas”?
¿Qué hay de la manipulación de la gente a través de unos medios de comunicación al servicio del Poder económico para que se posicionen en un sentido u otro?
¿Y la Solidaridad?
Etc.

** Como bien sabemos en Ciudad Real : represión a base de denuncias y multas.
También en Canarias, en un ámbito no relacionado con la independencia, se les impide el derecho a decidir: El Constitucional suspende la consulta canaria sobre las prospecciones.
Y qué decir de la Vivienda, Sanidad...



Aunque sea papel mojado, de la ONU:

Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 15:
1.Toda persona tiene derecho a una nacionalidad.
2.A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de nacionalidad.

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Artículo 1:
1. Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.
2. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia.
3. Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.

domingo, diciembre 07, 2014

Barbarie, cerveza y fútbol

Hace unos días, en uno de los caminos por los que mi perro me suele sacar a pasear, apareció este vertido. A poco más de un kilómetro de las afueras de Ciudad Real.

No escribo aquí para condenar a los indeseables que van soltando sus desperdicios por donde les da la gana. Escribo porque este pequeño acto de barbarie no es gratuito ni inevitable. Tiene unas causas. Se puede extraer de ello una enseñanza.

Una foto ampliada del vertido:

Latas y botellas de cerveza. En cantidad.

No es casual. Determinadas prácticas van asociadas entre sí. Ponerse ciego de cerveza (o de alcohol) no es algo que suela ir asociado al respeto hacia los demás o al medio ambiente.
El culto al “pasarlo bien”, que se ha convertido en religión en nuestro país estos últimos años, no incluye el trabajo de recoger y limpiar lo que se ensucia. Por el contrario, trabajar no es “pasarlo bien”, y limpiar y recoger lo que se ensucia es de “pringaos”.
Dogmas de fe de la España “moderna”, “desarrollada” y consumista.
Lo que han mamado las nuevas generaciones. Que luego salen “NiNis”, como no puede ser de otra manera.

Ah, que... ¿a cuento de qué viene lo del fútbol del título? Lo de la cerveza es evidente, pero el fútbol...

Muy sencillo. Para mí, la escena es clara: una banda de cabestros reunidos, varones en su mayoría, bebiendo cerveza, sentados frente a una de esas teles gigantescas, berreando ante un partido de fútbol. ¿Qué si no?
Vale, es especulación, y han podido estar haciendo otras muchas cosas. Pero uno no se imagina a los de una tertulia literaria tirando residuos cerveceros por las cunetas, ¿verdad?
Lo del fútbol es una hipótesis más que plausible.

Y me permite lanzar mi crítica a esa otra forma de “pasarlo bien”, ese otro divertimento de masas, el fútbol como deporte profesional, el claro sustitutivo moderno del “Circo” del “panem et circenses” de los romanos. Herramienta de fanatización, idiotización y control de masas.
Hoy en día, el fútbol va asociado a la barbarie.
Y si este vertido no es una prueba de ello, tal vez esto sí lo sea:
http://www.eldiario.es/sociedad/critico-hinchas-Atletico-Madrid-Depor_0_330017194.html

En fin, no pretendo condenar a todos los bebedores de cerveza (entre los que ocasionalmente me incluyo) ni a todos los aficionados al fútbol (entre los que me incluí en mi juventud). No todos actúan así, obviamente. Muchos entienden tanto una cosa como la otra de una forma aceptablemente sana.

Pero la relación está ahí. No es algo excepcional, en absoluto.
Hay prácticas de nuestra sociedad que son asumidas masivamente como normales, incluso como algo vital, imprescindible para pasarlo bien o para ser alguien, o sentirte parte de un grupo, pero que son insanas, y vienen con un “regalo” asociado. En este caso, entre otras cosas, basura en el campo. En otros casos, los daños son mucho peores.

Si queremos un mundo donde la barbarie tenga mucho menos espacio del que tiene ahora, necesariamente, tendremos que asumir primero que hay muchas cosas que tienen también que cambiar en nuestra sociedad: entre ellas, tanto el fútbol, como la cerveza, tendrán que tener mucho menos espacio del que tienen hoy en día.


“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Albert Einstein.

jueves, noviembre 27, 2014

Es un país libre

Estados Unidos. La Gran Depresión. Un pueblo cualquiera entre Oklahoma y California. Dos hombres.
Un agricultor, emigrante, miserable a más no poder, expulsado de su casa, de su tierra, junto a su familia, por “El Banco”.
Un vendedor, que, además de estafarle el poco dinero que le queda, le rechaza y le dice que se vuelva [a morir de hambre], al lugar del que vino.

Emigrante: “Es un país libre.”
Vendedor: “Bien, entonces trate de encontrar alguna libertad. Todo hombre goza de libertad en tanto pueda comprarla.

John Steinbeck, “Las uvas de la ira”.



La Gran Depresión
Así es un "país libre", según el capitalismo, liberalismo o neoliberalismo (elegir el adjetivo a gusto):

¿Libertad? Para el que pueda comprarla.

¿Igualdad? ¿Estás de coña, no?

¿Justicia? Pase por caja.

¿Democracia? Tanto tienes, tanto vales.

¿Vivienda? ¿Sanidad? ¿Educación? ¿Cuánto puedes pagar?

¿Calefacción? ¡Menudo lujo!

¿Comida? Bueno... tengo aquí algo pasado de fecha...

¿Derecho a la vida? Paga o muere.



PD1: ¿No nos suena todo esto de algo?

PD2: La escena también refleja perfectamente el trato que se reserva a los inmigrantes en esos "países libres".
¿A que nos suena también?

jueves, noviembre 20, 2014

¿Nos desmarcamos ya del Sistema?

No es una cuestión sólo de partidos. Ni de políticos. Nuestro problema es mucho más profundo. Y grave.

Mientras las reglas del juego las sigan marcando los de siempre,
mientras los ciudadanos no tengan capacidad y voluntad para gobernar y gobernarse por sí mismos,
mientras sigan siendo ovejas a la búsqueda de un pastor y no luchen por tomar sus propias decisiones,
mientras sigan pensando y viviendo al son que marca el Sistema,
esto no tiene solución posible. 

Al final, los de siempre seguirán tomando las decisiones: Ni Rajoy ni Pablo Iglesias, el TTIP será tu próximo presidente.

Así que... ¿nos desmarcamos ya del Sistema?

domingo, noviembre 02, 2014

¡Que se vaya al infierno esta sociedad!

“¡Que se vaya al infierno esta sociedad! ... Si sólo para existir tenemos que convertirnos en ladrones, en maleantes, en seres débiles, en esclavos, ¡deberíamos encontrar el modo de destruirla! ¿Quién puede quedarse tranquilo y en paz y contentarse sólo con votar?
Incluso ahora, en este siniestro periodo de crisis, la única consecuencia del caos es ver a los ricos hacerse aún más ricos, poderosos y arrogantes, y a la masa de los pobres volverse más sumisa y adaptarse por la fuerza a un nivel de vida más bajo.
Sr. Nelson, Nueva York, 1935
“Boxcar Bertha”, de Ben Reitman

¿No nos suena esto de algo? ¿La Historia se repite -una vez más-?

El Sr. Nelson continúa así:
“La única esperanza que nos queda es que los migrantes* se nieguen a tomar lo que se les ofrece.”

Y nosotros, ¿qué vamos a hacer hoy?
¿Tomamos lo que se nos ofrece? Esclavitud, miseria, sumisión... ¿o tomamos el poder que nos correspondería si viviéramos en una auténtica democracia y lo usamos para cambiar las cosas?


* migrantes: emigrantes, personas que viajaban de acá para allá trabajando precariamente en los Estados Unidos de principios de siglo. En este caso, la acción se sitúa en la Gran Depresión. Ver también el término "hobos".

jueves, septiembre 11, 2014

Y entonces, ¿qué es la democracia?

He utilizado un cuentecillo para desmentir ese dogma tan asumido de que “democracia es la dictadura de la mayoría”. Pero, ¿qué es entonces la democracia? ¿Cómo es un Sistema político democrático? ¿Cómo funciona una organización o comunidad realmente democrática?
Para intentar responder a esas preguntas, voy a proponer otro relato donde se describe una democracia utópica, ideal. Aunque no es trasladable tal cual a la vida real, sí nos puede servir para tratar de encontrar las características esenciales de una democracia, y para luego extrapolarlas a una situación real.

Una democracia ideal

Tres amigos de toda la vida, Marta, Luís y Juan, han decidido compartir piso durante sus estudios universitarios. Los tres se respetan enormemente y, pese a su juventud, son personas de gran cultura política, aficionados a leer y debatir, y poseen una fe inquebrantable en la democracia.
Entre ellos se dan las condiciones ideales para que su vida común funcione bajo los parámetros de una democracia casi perfecta.

Para empezar, los tres se reparten igualitariamente las tareas del hogar, según estas normas:
- Le toca una semana cada uno la limpieza de los baños y las restantes zonas comunes.
- La basura la sacará cada día uno.
- La compra común la hará cada vez uno.
- Cuando coincidan los tres en la comida o cena, uno cocina, otro lava los platos, y otro barre y limpia la mesa, rotando de tarea cada vez.
- La ropa se la lava y plancha cada uno por su cuenta.
- El dormitorio individual es terreno privado, y cada uno hace ahí libre y soberanamente lo que quiere, siempre que respete unas normas mínimas de urbanidad y convivencia para no molestar a los demás (ruidos y limpieza).
A veces, cuando lo necesiten y haya acuerdo entre ellos, se intercambiarán tareas.
Dada la amistad y el respeto que se profesan, los tres saben que los demás cumplirán con sus obligaciones, y por ello todos se esfuerzan en cumplir con las propias adecuadamente, sin escaquearse ni hacer su trabajo de mala manera.

Los tres son aficionados a hacer reuniones de amigos, para lo cual, en ocasiones, decidieron utilizar el piso. Sin embargo, pronto surgió un problema: Luís y Juan coincidían en horario y plan de estudios, pero Marta no. Cierto día los chicos tenían intención de invitar a sus compañeros a una fiestecilla en el piso para celebrar el inicio de su vida universitaria, pero Marta tenía examen al día siguiente.
Lo resolvieron fácilmente: en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, que las actividades en el piso sólo se celebrarían si los tres estaban de acuerdo en ello. Y pospusieron su fiesta para otro día.

Otro pequeño escollo que tuvieron que superar tuvo que ver con el uso de otro recurso común, una televisión de gran tamaño que había en el piso: a Marta le gusta relajarse de vez en cuando con una película romántica por las noches, mientras que Luís y Juan son fanáticos de los deportes. Y en época de temporada futbolística, eso significa partido día sí y día también… de nuevo, en lugar de imponer su mayoría de 2 contra 1, los chicos decidieron, conjuntamente con Marta, repartirse cada semana, cíclicamente, el “poder” de decidir lo que se veía en la televisión. Para decidir el orden en el que se repartirían las semanas, recurrieron al sorteo. Salió primero Juan, luego Marta y finalmente Luís.
Así, al menos una semana de cada tres Marta podía ver sus películas.
Y pronto aprendieron que era rentable para todos “negociar” e intercambiar “poder de decisión”, de tal manera que a veces los chicos podían renunciar a un partido de menor interés en una de sus semanas para poder disfrutar de un partido de Champions la semana de Marta. Y siempre, siempre, de mutuo acuerdo.

Y así, fueron felices, concluyeron sus estudios con éxito, y acabaron en el paro como otros muchos conciudadanos altamente cualificados.
 

Fin.

Y ahora, ¿por qué se caracteriza esta democracia ideal?

sábado, septiembre 06, 2014

Como cambiar la partitocracia por una democracia real

Ya he analizado, de varias formas, el porqué no es posible cambiar el Sistema “desde dentro”, con un partido político. Pero hasta hoy me ha faltado exponer claramente una propuesta de la vía alternativa para hacer la revolución, esto es, para acabar con nuestro demencial Régimen político partitocrático y construir una auténtica democracia.

Ahí va, en un esquema:




1. Construcción de alternativas:

Si queremos algo diferente a lo que tenemos, hay que definirlo e irlo construyendo cuanto antes. Si es posible, desde ya. Porque si no tenemos alternativas que proponer, tiene poco sentido que hablemos de revolución, de cambios. ¿De qué cambios y de qué revolución estamos hablando?

No basta con exigir que no haya pobreza, paro, desigualdades, corrupción… hay que construir un modelo de sociedad donde todas esas lacras estén erradicadas.
En nuestra sociedad, no lo están ni lo van a estar nunca, porque van unidas al modelo. Vienen de serie.

Así que, si tenemos propuestas, si tenemos alternativas, tenemos que estar, en lo posible, trabajando ya sobre ellas. Construyéndolas.


2. Presión ciudadana en la calle:

Si nuestro Sistema político fuera otro, si viviéramos en una auténtica democracia, podríamos recurrir a la vía política para solucionar nuestros problemas, para transformar la sociedad.
No es nuestro caso.

También podría bastar con que aquellos que queremos una sociedad diferente, simplemente, la construyamos.
Por desgracia, muy probablemente, eso no va a funcionar.

Vivimos en un Régimen tiránico, invasor, opresor, que puede permitir, a regañadientes, pequeñas iniciativas alternativas, pero que no permitirá un cambio a nivel global de un sector muy importante de la población.
Tocará pelear, queramos o no, por lo que queremos. Por nuestros derechos.

Gamonal, los barrenderos de Madrid, la PAH, han mostrado que es posible ganar al Régimen pequeñas batallas colectivas. 
Y nos han mostrado cómo hacerlo.
Hay que hacer lo mismo, a nivel global.


3. Deslegitimación del Régimen en las urnas:

Nuestro actual Régimen no es democrático. En consecuencia, tampoco lo son los procesos electorales. Sin embargo, las urnas son la fuente de legitimación democrática del Régimen.

Con esa legitimidad, el Régimen puede hacer prácticamente todo lo que quiera. Puede vulnerar nuestros derechos, oprimirnos, reprimirnos, censurarnos, dar rienda suelta a la corrupción… casi con total impunidad. Casi con total libertad.
En cambio, a un Régimen cuya legitimidad esté cuestionada, le será más difícil pisotearnos si quiere mantener el disfraz de Régimen democrático.

Por nuestra parte, nosotros, el pueblo, con esa legitimidad, podemos pelear por nuestros derechos utilizando toda la fuerza moral de la que puede disponer una ciudadanía que se rebela contra una dictadura.
Pero, sin esa legitimidad, sólo somos antisistema luchando contra un régimen “democrático”. Así, ya hemos perdido.

Tenemos que quitarles, o, al menos, reducir, esa falsa legitimidad democrática que les dan las urnas.


4. Conclusión:

Estas tres vías de hacer la revolución son necesarias, imprescindibles. Si falla una, no alcanzaremos el objetivo.

Sin alternativas que proponer, no tenemos con qué reemplazar al actual Sistema.
Sin presión ciudadana, el Poder no tendrá motivos para ceder.
Sin deslegitimación en las urnas, el Poder no cederá ante la presión ciudadana, porque tiene unos procesos electorales, aceptados como democráticos por millones de votantes, para legitimar sus actos.


5. Objetivo:

Hacer tabla rasa, empezar de cero, y que los propios ciudadanos, los únicos que podemos hacerlo, desde abajo, construyamos una democracia. Partiendo de una nueva Constitución elaborada, directamente, por el Pueblo.





Los principios en los que se basa esta estrategia, en breve


Empoderamiento ciudadano

Elemental, ¿no?
Somos los ciudadanos los que tenemos que cambiar las cosas. Y para eso necesitamos Poder.

Democracia

Todo medio utilizado lleva en sí el germen de lo que será el fin u objetivo a conseguir, de modo que nunca con un medio no democrático puede obtenerse un resultado democrático.


No-violencia

La vía de la violencia nunca acaba en democracia. En un conflicto violento, siempre ganarán los violentos, nunca los demócratas.

Respeto

Hace falta mucho respeto hacia los demás como para reconocerles el derecho a gobernar en la misma medida que a un@ mism@.
El respeto hacia los demás es uno de los fundamentos de la democracia.

Y obviamente es vital si lo que pretendemos es una sociedad donde se respeten los derechos de todos.

Eficacia

Actuar por actuar, sólo porque hay que hacerlo, pero sin conseguir resultados, produce desgaste y nos debilita. Y no podemos permitírnoslo: no somos tantos luchando ni tenemos tanta fuerza.

Tenemos que ser eficaces.

Todas las acciones que ejecutemos para luchar contra el Sistema deben producir algún efecto positivo. Si algo no va a dar resultados, es mejor reservar fuerzas para hacer otra cosa.

Persistencia

Hay acciones que sólo son eficaces si somos persistentes. Si las llevamos hasta el final.
Si no estamos dispuest@s a mantenerlas hasta que produzcan resultados, y encima van a producir desgaste, es mejor no llevarlas a cabo.

Por ejemplo, las huelgas esporádicas de un día son inútiles, absurdas, ineficaces. Nos debilitan.
Una huelga, para que funcione, debe ser indefinida. Debe mantenerse hasta que el Poder ceda. Cueste lo que cueste.
Los basureros de Madrid, y otros antes que ellos, nos mostraron cómo hacerlo.


Unidad

NO es esa unidad de la España “una, grande y libre”.

Es la unión de fuerzas del 99% contra el 1%. Del Pueblo contra los poderosos.

Y también es la respuesta unitaria de la ciudadanía en las urnas, rechazando el actual Régimen partitocrático.

La unión hace la fuerza.

Sin líderes

El liderazgo es la antítesis de la democracia. Verticalidad frente a horizontalidad. Poder para unos pocos frente a poder para todos.

Además, los liderazgos nos hacen vulnerables. Una revolución con líderes visibles es una revolución que puede ser descabezada, y apagada, fácilmente, neutralizando a los líderes.
Un líder revolucionario se convierte en un político profesional con una facilidad asombrosa.

Sin banderas

La unión no va a ser posible bajo las banderas de determinadas organizaciones, algunas o muchas de las cuales son consideradas culpables o cómplices del actual Régimen.
El que antepone, o equipara, la promoción de su organización a los derechos humanos y la democracia, no quiere lo mismo que nosotros.

Si estamos luchando por los derechos humanos y la democracia, otras banderas, la camiseta del partido, la chapa en la solapa, etc., sobran. También la de nuestra nación, o nacionalidad. Incluso la de la república.

Somos seres humanos luchando por nuestros derechos. Bajo esa “bandera”, y sólo esa, la unión es posible.
Las demás banderas no ayudan: tan sólo dividen.

Autosuficiencia

Los ciudadanos tenemos que empezar a valernos por nosotros mismos. A no ser tan dependientes de gobiernos y multinacionales.
Mientras seamos dependientes de ellos, no podremos emanciparnos. Tendremos que hacer lo que nos digan. Lo que nos dejen.

Una observación: si alguna vez llegamos a plantear una huelga general indefinida, se interrumpirá la llegada de alimentos, gasolina, medicamentos, etc., desde el exterior. Tendremos que valernos por nosotros mismos. Abastecernos localmente, de nuestro entorno, al menos, de alimentos y agua.
No podremos conseguir eso si no somos autosuficientes localmente.


Sostenibilidad

Nuestro modo de vida debe ser sostenible. Debe ser válido para nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos... no tenemos derecho a vivir por encima de nuestras posibilidades y dejar el Planeta arrasado para los que vengan después.

Decrecimiento

Nuestro Sistema económico necesita, para no colapsar, de un crecimiento continuo. Lo cual no es sostenible, porque nada puede crecer eternamente sin colapsar. Todo tiene límites.

Por ejemplo, los humanos no crecemos infinitamente. Alcanzamos un tamaño y nos quedamos ahí. Si creciéramos indefinidamente, acabaríamos por morir de inanición porque no encontraríamos alimentos suficientes.
También en los humanos, las células que crecen incontroladamente son una enfermedad mortal: el cáncer.
Una población tampoco puede crecer infinitamente, porque agota los recursos de su ecosistema, y tras ello, se produce la extinción en masa.
Etc.


Nuestros líderes políticos no se cansan de repetir que hay que crecer. Que el crecimiento es la solución.
Pero no lo es. El crecimiento no es la solución: es el problema.

El decrecimiento propone decrecer de forma controlada, antes de que llegue el colapso producido por el crecimiento.

Dejamos aquí un vídeo para ampliar información sobre este principio.

Municipalismo

Si la toma de decisiones está lejos de los ciudadanos (por ejemplo, en Bruselas), estos pierden el control. En la práctica, no tienen poder real. La democracia no existe.

Para que la democracia tenga sentido la toma de decisiones debe realizarse cerca de los ciudadanos. En un lugar donde estos puedan controlarla.

Esto es, en su propio municipio.
En una democracia, la mayor parte de las decisiones se deben tomar a nivel municipal. Todas las que sea posible.

sábado, agosto 30, 2014

El timo de la Separación de Poderes (II)


No basta elegir los Poderes por separado para que sean independientes. Pero... ¿y si los procesos electorales fueran democráticos? Sin influencia mediática, con igualdad de oportunidades... en ese caso, ¿habría independencia de los poderes eligiendo un presidente por un lado y los diputados por otro?

Supongamos que fuera así en España. Supongamos que, por ejemplo, María López, ciudadana española, forma parte de la mayoría que ha votado al Presidente. También su voto ha contribuido a otorgarle la mayoría parlamentaria a un grupo de diputados.
Es decir, tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo, han sido elegidos por María López (y, naturalmente, por otros muchos ciudadanos como ella que comparten ideología o preferencias).

Ambos Poderes elegidos... en gran medida... por las mismas personas.

¿Dónde está entonces la separación o independencia de los Poderes?
¡Los elijen las mismas personas! ¡Todos los Poderes dependen de los mismos votantes!

Tanto el Ejecutivo como el Legislativo responderán ante las mismas personas, que no son todos los ciudadanos, sólo son una parte, en principio, mayoritaria, pero una parte. Una parte de la ciudadanía que está concentrando en sí misma todos los Poderes. De nuevo, el Poder absoluto. La Dictadura de la Mayoría, que no es, para nada, lo mismo que la Democracia.

Para que haya una independencia real de los Poderes, una persona sólo puede participar en la elección de un Poder. Es decir, María votaría en las presidenciales, su pareja elegiría diputado, y su vecino, al juez del distrito. Cada Poder dependería entonces de un grupo distinto de ciudadanos, y por tanto podría haber, al menos en su origen, alguna posibilidad de conseguir una verdadera independencia de los Poderes.
Pero, si las mismas personas escogen a todos los Poderes, estos no pueden ser, de ninguna manera, independientes.

Si alguna vez nos quieren colar un Sistema político como el anglosajón, estaría bien que tuviéramos en cuenta este detalle.

jueves, agosto 28, 2014

Capitalismo y pobreza

Del blog "La mirada del mendigo". Merece la pena.

Podemos definir capitalismo como aquel sistema económico que hace prevalecer el capital sobre los otros dos medios de producción, materias primas (Naturaleza) y trabajo (Humanidad).
La publicidad del régimen ha difundido la idea de que capitalismo va asociado a riqueza. Sin embargo, constatamos que países enteros, y amplios sectores de nuestras sociedades occidentales, viven hundidos en la miseria.
A nadie le debería sorprender, pues el capitalismo, cuya base de funcionamiento es la acumulación de capital en cada vez menor número de manos, es asimismo inherente a la pobreza generalizada. Es más, necesita de la pobreza.
Parece un slogan, pero es una consecuencia evidente y necesaria del proceso de acumulación capitalista, la cual intentaré explicar del modo más sencillo que sea capaz.
Vamos a ejemplificar con la forma más básica de capital: la tierra.
Imaginemos un pueblo, que pondremos de nombre por ejemplo Grândola, con 10 habitantes los cuales poseen la misma extensión de tierra de labor. En esta sociedad igualitaria, introducimos un desequilibrio en la propiedad de la tierra. Una nueva vecina, de nombre Cayetana, se hace con el control de la mitad de las tierras. Matemáticamente, porque las tierras del pueblo son una cantidad determinada, esto implica que el resto de vecinos se tendrán que apañar con menos tierra. Efectivamente, cada vecino pasa de tener el 10% de las tierras, a tener sólo el 5%.
Es palmariamente evidente que la concentración de la propiedad ha provocado el empobrecimiento de la mayoría. Si alguien acumula más tierra de la que es capaz de trabajar, implica que el resto tendrán que acomodarse en menos extensión.
Pero recordemos que estamos hablando de una forma de capital, y el capital se reproduce, da beneficios. En este caso, la tierra da cosechas. Cayetana, que posee 10 veces más tierra que cualquiera de sus vecinos, en buena lógica tendrá 10 veces más cosecha (de hecho tendrá más, por economías de escala, acudir al mercado con mano fuerte…). Si consideramos que el 5% de tierra es lo que necesita cada vecino para subsistir, la afortunada Cayetana podrá cubrir sus necesidades con esa unidad de cosecha, y las otras nueve acumularlas en forma de capital.
¿Qué puede hacer con esos 9 excendentes de producción, más los 9 del año siguiente, y del otro, y del otro? Bien, es evidente, continuará el proceso de concentración del capital. Adquiriendo directamente más tierras al resto de los vecinos, aumentando la productividad de la que tiene por medio de inversiones o por medios tan sencillos como pagarse matones o togados que le consigan por la violencia de las leyes o las armas el resto de las tierras que no controla.
Ahora observemos el proceso de concentración de la propiedad desde el punto de vista de los vecinos. Con el 5% de la propiedad no tienen margen para acumular un remanente para hacer frente a inversiones o imprevistos, viven acosados en el límite de la subsistencia, desplazados del mercado por la creciente eficiencia de la explotación de Cayetana y cualquier empujón los hace caer en la insolvencia.
Dándole más soga al ahorcado, Cayetana se ofrece a emplear su excedente en proveerles de crédito. Para pasar el mal bache. Es de esta forma que el resto de propiedades de los vecinos van pasando inexorable y legalísimamente a manos de Cayetana (que a estas alturas ya quiere que la llamen señora duquesa).
El sistema conduce, está concebido para que tal sea el resultado, sin embargo el discurso oficial cierra el encuadre a cada individuo, culpabilizándolo de no haber sido capaz de devolver la deuda contraída, en vez de analizar las circunstancias concomitantes que abocan a la masa campesina a la esclavitud por deudas (recurrente a lo largo de la historia, desde el tardoimperio a la PAH).
Así pues, tenemos un vecino que, acuciado por las deudas, ha tenido que vender un 2% de tierra. Por supuesto, al único comprador que existe, que hunde convenientemente los precios: Cayetana. Le queda un 3%, del 10% original y por debajo del 5% de subsistencia. Para no morir de hambre ¿qué debe hacer? Emplearse como jornalero en la hacienda de Cayetana. Trabajar una tierra que ya no le pertenece. Quizá el azar le haga arar la misma tierra que tuvo que vender, o ceder al ejecutarse la garantía del préstamo. El trabajo será el mismo, quizá abriendo surco sobre el mismo surco que abrió el año pasado; pero ya no tendrá derecho a quedarse con la cosecha. Lo que recibirá será una parte menor, y la diferencia (plusvalor o beneficio) será de Cayetana.
Si seguimos operando este sistema, es evidente a dónde conduce. ¿Podéis haceros una imagen de cómo será el pueblo de Grândola tras n ciclos de la rueda económica? Evidentemente: Cayetana lo posee TODO, y el resto de vecinos no posee NADA. Para sobrevivir, han de trabajar sus antiguas tierras en provecho de Cayetana, la cual sigue acumulando capital y por lo tanto aumentando la brecha social que la separa de los que ahora son sus jornaleros, siervos, vasallos o esclavos, elíjase el nombre de la condición jurídica según la época en que se desarrolle este cuento distópico (utópico para Cayetana y su clase social).
Ahora quiero centrarnos en un aspecto del cuento. Cayetana es cada vez más rica, y el resto de vecinos más pobres. Pero es que Cayetana necesita que el resto de vecinos sean pobres.
Cuando Cayetana entra en el pueblo con su mesnada de soldados y se hace con el 50% de las tierras, ella no puede cultivarlas (ni quiere, por supuesto). Necesita que haya vecinos que tengan menos tierra de la que pueden cultivar (y luego, de la que necesitan para subsistir). Necesita generar un exceso de capacidad de trabajo, para poder arrendarlo. En otras palabras, necesita crear pobreza y desempleo.
Si no ¿quién iba a segar su trigo? ¿quién iba a lavarle los platos, a hacerle la cama, a conducir su coche? En el mismo proceso de acumulación de capital, al desplazar a la gente de sus tierras, genera la mano de obra que necesitará para trabajar esas tierras ocupadas.
La misma idea, expuesta en un enunciado negativo: si no se hiciera con las tierras de sus vecinos, no tendría evidentemente esas tierras sobre las que montar su hacienda, es que simultáneamente no tendría mano de obra disponible para trabajar esa tierra que no poseería, ni tampoco tendría excedentes para pagar quien la trabajara.
Lo mismo reza para formas más evolucionadas de capital como la propiedad fabril (mas en este caso no siempre es un proceso de suma cero, por eso comencé el ejemplo con la tierra, mucho más evidente). Millones de campesinos y artesanos arruinados por la tecnificación asociada a la revolución industrial engrosaron los ejércitos que demandaban las fábricas de los mismos patronos que los habían abocado a tal situación. Sin esa masa de desposeídos ¿cómo habrían funcionado las hilaturas, los altos hornos, los talleres de calderería que elevaron a las naciones industrializadas y la clase que las poseía por encima del resto del orbe?
La burguesía, la aristocracia económica, necesita de pobres para ser servida; y esos pobres son creados por el mismo proceso de acumulación capitalista que crea la burguesía, igual que es el sol quien crea la luz, pero también las sombras. Y al fin y al cabo ¿cómo puede darse la idea de riqueza sin la de pobreza, cómo puede haber señores si no hay quiénes les sirvan?

Riqueza y pobreza, señorío y servidumbre son tan inseparables como el día y la noche, el haz y el envés de las hojas, gozo y tormento en el corazón del enamorado.

viernes, agosto 22, 2014

La dictadura de la mayoría

Nos han enseñado que democracia es un sistema político donde la gente vota y se hace lo más votado; que democracia es cuando se hace la voluntad de la mayoría; en definitiva, que "la democracia es la dictadura de la mayoría".

Es mentira.

Podría tratar de demostrarlo dando argumentos racionales. Pero la razón suele perder la batalla, prácticamente siempre, frente al muy eficaz adoctrinamiento (lavado de cerebro) al que nos han sometido.
Así que, como se dice que una imagen vale más que mil palabras, voy a probar con una imagen…. y un pequeño cuento que la acompaña.

Cenicienta y la democracia

Érase una vez una bondadosa y bella joven que vivía con su madrastra y sus dos hermanastras en la mansión de su padre, fallecido tiempo atrás. Su madrastra, Doña Francisca, era conocida por ser déspota y cruel, especialmente con la pobre Cenicienta, que así se llamaba la joven.
Cuando su madrastra falleció en un accidente de tráfico, Cenicienta y sus dos hermanastras coincidieron en que ya estaban hartas de tanta tiranía y acordaron que regirían su nueva vida en común por la más estricta democracia.
Así, cuando llegó el momento de repartir las tareas y responsabilidades del hogar, Cenicienta y sus hermanastras se dispusieron a efectuar el reparto de una forma plenamente democrática:
-Propongo que de la limpieza de la mansión se encargue Cenicienta.- Dijo una de las hermanastras.
-Secundo la propuesta.- Continuó la otra.
Cenicienta protestó, pero tras votar, se aprobó la propuesta por mayoría absoluta: 2 votos contra 1.
-Propongo que de cocinar se encargue Cenicienta.- Reiteró la primera hermanastra.
-Lo secundo.- Dijo la otra.
Y le asignaron la cocina a Cenicienta por mayoría de 2 a 1.
Y como podéis imaginar, también le asignaron la colada, la plancha, la compra... y todo lo que suponía algún trabajo en el hogar de las tres jóvenes.
En otras palabras, las hermanastras de Cenicienta la declararon esclava... por democratísima mayoría absoluta.
Cenicienta, desolada, se preguntó entonces: ¿Democracia? ¿Cómo puede ser esto una democracia?




¿Se ve claro?

Si democracia es gobierno del pueblo, en este pequeño “pueblo” de tres personas, sólo gobiernan dos... y tiranizan a la otra: Cenicienta es una minoría que, aunque vota, no tiene el menor grado de poder. No pinta absolutamente nada. Para Cenicienta, no existe la democracia.

Y la democracia, o es para todos, minorías incluidas, o no es democracia.

Podríamos sacar dos moralejas de este cuento:

La primera, que lo de que “la democracia es la dictadura de la mayoría”, es un camelo.

La segunda, que el hecho de que en un sistema político haya votaciones, y vote todo el mundo, incluso aunque todas las decisiones se adopten por mayoría... todo ello no garantiza que ese sistema sea democrático.
Para que haya democracia, hace falta algo más que votar y decidir por mayorías.

Todo lo cual, una vez asumido, abre el camino para la siguiente pregunta:

¿Qué hace falta para que un sistema político sea democrático?

viernes, agosto 15, 2014

El timo de la Separación de Poderes (I)


No, no es que la separación de Poderes sea un timo. Es algo esencial en una democracia.
Lo que es un timo es un modelo político del que se da por hecho que cumple con la separación de Poderes.

Supongamos que elegimos un Presidente del gobierno por elección mayoritaria en un proceso electoral independiente, como en USA, Inglaterra o Francia. Los diputados los elegimos aparte. El Parlamento ya no pone al gobierno.
De esa forma tan sencilla, ya tendríamos separación de Poderes (al menos el Ejecutivo y el Legislativo), ¿no?

Pues no.

Eso no es separación de Poderes: es elegir los Poderes por separado. Que no es lo mismo.

El hecho de que haya procesos electorales distintos no garantiza la separación de Poderes. Si esos procesos electorales no cuentan con suficientes garantías democráticas, por ejemplo, si todos los procesos electorales están condicionados por la propaganda mediática, al final tendremos un Sistema político donde los Poderes se eligen por separado pero no son independientes, porque todos están subordinados al Poder mediático, esto es, al Poder económico, dueño de los grandes medios de comunicación.

Es decir, lo mismo que tenemos en estos momentos.

Pero más disimulado. Mejor disfrazado, aprovechando el juego de palabras para dar el cambiazo sin que la mayoría de la ciudadanía se entere: de “Poderes separados” a “elecciones separadas”.

Buen timo, ¿eh?

Y, por una vez, los timados no hemos sido los españoles.

Por ahora.

sábado, agosto 09, 2014

¿Qué es eso de la “Separación de Poderes”?


Una de las críticas que se hace habitualmente a nuestro actual Sistema político es la falta de separación de Poderes. Pero... ¿qué es la separación o independencia de Poderes? ¿Y para qué sirve?

Es un concepto que viene del cambio de las monarquías absolutistas por las monarquías parlamentarias. El rey, que mantenía el Poder Ejecutivo, es decir, el gobierno, tenía que actuar de acuerdo a las leyes (el Poder Legislativo), leyes que eran promulgadas por el Parlamento.
Es decir, que -en teoría-, el rey ya no podía hacer lo que le viniera en gana, como pasaba con los monarcas absolutos. Gobernaba, pero de acuerdo a unas leyes que no hacía él.
Más adelante, se acabó añadiendo a esos dos poderes el Poder Judicial, que también debe ser independiente de los dos anteriores.

Posteriormente, en Repúblicas o en Monarquías donde el rey ya no gobierna, se mantiene la misma idea: que el Gobierno (Poder Ejecutivo), el Parlamento (Poder Legislativo) y los jueces (Poder Judicial) sean independientes entre sí.
Es decir, unos hacen las leyes (diputados, senadores), otros gobiernan (presidente, ministros), pero de acuerdo a esas leyes, que ellos no hacen, y otros (jueces) controlan el cumplimiento de las leyes. Tres Poderes controlándose unos a otros. Evitando que ninguno de ellos se desmande.

¿Qué ocurre cuando no hay separación de Poderes?

Pues que volvemos a la situación de la monarquía absolutista; pero, en lugar de con un rey, con un grupo de personas que ostentan un poder absoluto: me hago las leyes que me convienen para gobernar como me da la gana y además controlo que “cumplo” las leyes con los jueces que pongo yo.

Y eso no hay democracia que lo resista. Ni aun cambiando de caras cada X años.

Lo vemos en nuestro país, mismamente. El ejemplo típico:
Un político roba, pero sus leyes lo exoneran, o bien sus jueces hacen la vista gorda: no pasa “ná”.
Que si le tocan los jueces de “los otros”, no hay problema, porque hay distintos órganos a los que ir apelando (Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores de cada comunidad autónoma, Tribunal Supremo) hasta que le toque un juez de los suyos que le exonere.
Y si tiene la mala suerte de que al final le condenan, el gobierno le acaba indultando.

Yo me lo guiso, yo me lo como.

Poder absoluto.

En España la propia Constitución impide la separación de Poderes. Elegimos un Legislativo (Parlamento) que a su vez elige al Ejecutivo (Gobierno) y entre ambos escogen al Poder Judicial y, además, al Tribunal Constitucional.
Es decir, que el partido o partidos con mayoría parlamentaria ostentan un poder cuasi absoluto durante cuatro años.



Pregunta retórica: siendo tan importante como es la separación de poderes para el buen funcionamiento democrático... ¿cómo es que en España no la tenemos?

P.D. Esto también es válido para cualquier organización que pretenda ser democrática, como por ejemplo, un partido político.
Por cierto... ¿hay separación de Poderes en nuestros partidos políticos?

sábado, julio 26, 2014

¡Magia Potagia! La ilusión del mal mayor

“Al menos evitamos que ganen estos: no van a mejorar las cosas pero reducimos el daño.”

Cuántas veces no habré oído ya esa frase.
Casi siempre, de votantes del PSOE que, sabiendo el daño que está haciendo ese partido, pese a ello, le votan, con toda su buena voluntad, para intentar evitar el mal mayor: que gane el PP*.

Es el voto del miedo. La estrategia de manipulación de masas de la partitocracia. Ya lo he tratado otras veces.

Hoy sólo quería comentar una curiosidad de esta estrategia. Una ilusión. Un truco de magia.

Imaginémonos dos partidos, el malo (PM) y el menos malo (PmM). Los dos tóxicos. El malo haría un daño del 100% cada vez que gobierna. El menos malo, sólo un 25%.

Y ahora comparemos tres legislaturas consecutivas del partido malo con una alternancia de dos gobiernos del PmM seguidos de un gobierno del PM.

1) PM – PM - PM → Daño total: 300% en 3 legislaturas.

2) PmM – PmM – PM – PmM – PmM - PM → Daño total: 300% en 6 legislaturas.

Visto así, tal vez tendríamos que dar la razón a los votantes del PmM, ¿no? En este caso, retrasan durante tres mandatos el nivel de daño que se produciría si gobernara siempre el PM. Gracias a esos votos al PmM, no se soluciona nada, pero ganamos tiempo.
El clásico “pan para hoy, hambre para mañana”.

Pero, pese a todo, ¿no tienen razón esos votantes al menos malo? ¿No es mejor ganar tiempo, retrasar el daño, que la alternativa, 12 años de gobierno del PM?

La respuesta es NO. No es mejor. Porque, y ahí es donde está el truco, esa alternativa “mala” no existe. Es pura ilusión: ninguna masa de votantes sería tan imbécil como para mantener en el gobierno a un partido tan dañino tres mandatos consecutivos. Ni siquiera dos**. Cuando ni los medios de manipulación de masas pudieran ocultar la enorme magnitud del daño generado, el PM perdería votos, y dejaría de gobernar.

Es decir, que aquello a lo que los votantes “al menos malo” tienen miedo, aquello que les mueve a votar al menos malo, no es real. Es pura ilusión.

Magia potagia.

La realidad es que, el único camino posible para producir el máximo daño, es el que alterna los partidos malo y menos malo. El otro camino, ese que nos creemos que estamos evitando al votar al menos malo, no existe.
Es decir, nos han llevado por el peor camino posible, el más nocivo para la gente… y encima, voluntariamente, convencidos de estar haciendo lo mejor.

¡Taaaa chan! Buen truco, ¿eh?

P.D.1. Ya que hablamos de magia, ojo a la ilusión número 2: un pase de varita mágica, cambio los líderes del PM o del PmM por otros más jóvenes, guapos y/o carismáticos, y repito el truco de nuevo. ¡Taaaa chan!

P.D.2. Y qué decir del truco número 3: otro pase de varita mágica, cambio el PM o el PmM por otros partidos que hagan la misma función, y ¡repito el truco de nuevo! ¡Otra vez! ¡Taaaa chan!

¿Es una ilusión infalible? ¿O alguna vez nos daremos cuenta del engaño y reaccionaremos?



* Incluso a veces, de votantes del PP, con la misma intención de evitar la catástrofe: que gane el PSOE.

** En nuestro Sistema político el PP y e PSOE han repetido gobierno, pero eso ha sido cuando, en los primeros mandatos, han gobernado con el rol de “menos malo”. Yo diría que es prácticamente imposible que el PP pueda obtener mayorías suficientes para gobernar las próximas elecciones generales de 2015. Todo partido tiene sus incondicionales, leales o fanáticos, pero no tantos que puedan sostenerlo, con el daño tan manifiesto que ha hecho, dos mandatos seguidos.

jueves, julio 24, 2014

Sin derechos, no hay democracia

Un Régimen donde no se respetan los derechos de las personas no puede ser democrático.
Democracia es cuando gobierna el pueblo, y ¿cómo va a estar gobernando un pueblo que no tiene derechos?

El pilar principal de una democracia son los derechos humanos.

Los de TODOS, no los de algunos. Porque TODOS somos PUEBLO.


Si no hay comida cuando se tiene hambre,
si no hay medicamentos cuando se está enfermo,
si hay ignorancia y no se respetan
los derechos elementales de las personas,

la democracia es una cáscara vacía,
aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento.

Nelson Mandela


“Si no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía.” Tan vacía que no es democracia. Es partitocracia, oligarquía, plutocracia, dictadura. Llámese como se quiera. Pero no democracia.

Por favor, nunca más llamemos a esto "democracia".

Vivimos en un Régimen donde hay personas a las que se expulsa de sus casas. A otros se les niega la atención sanitaria, una educación de calidad, un trabajo digno con el que ganarse la vida. Hasta hay ya familias que no pueden permitirse una alimentación decente y en cantidad suficiente. Ni eso siquiera.
Y no se respeta ni a los niños.

¿Cómo puede alguien todavía seguir creyendo que vivimos en una democracia?

domingo, julio 20, 2014

Partidos políticos + democracia = ERROR FATAL (III)

Después de tratar el cómo son los partidos, y el por qué son como son, la verdad parece que no hay esperanza para el binomio “partidos políticos-democracia”.

Una última clave de esta cuestión nos la pudo dar Emile-Auguste Chartier, “Alain”, cuando dijo que:

“El rasgo más visible del hombre justo, es que jamás y de ninguna manera busca gobernar a los otros, sino gobernarse a sí mismo. Ello lo dice todo: siempre gobernarán los peores.”

Quizás ahí, en esta sencilla afirmación, esté la clave de todo. Alain señala cuál es exactamente el problema: los que se postulan como líderes, o como dirigentes. Los que quieren estar ahí.

Y yo lo actualizaría a esto: el problema son los profesionales de la política. Los que viven de la política. Los que cobran su sueldo del partido. Los que se ganan la vida manteniendo vivo al partido. Los que viven del éxito del partido.
En el caso que nos ocupa, los políticos profesionales, pero también los dirigentes y burócratas del partido.

Y si éstos son el problema, fácil es la solución: fuera los profesionales de la política.

De hecho, los griegos ya lo tenían, hace 2500 años, con su tridente de medidas protectoras de la democracia: rotación de cargos, limitación de mandatos y sorteo.
Es decir, el menor tiempo posible en los cargos, renovación fluida de personas en ellos y, mejor aún, si son escogidas por sorteo entre los afiliados (evitando las elecciones y su correspondiente manipulación).
Así, con estas medidas, suprimiríamos de los partidos la figura del profesional de la política. Un tiempo de servicio al partido (o un tiempo de servicio a los ciudadanos en un cargo público), y a la vida civil, a ganarse el pan como los demás.

Naturalmente, esta solución no es aplicable fácilmente. Mitchels la veía imposible: “…cuando deja de ser posible armonizar la democracia y la organización, es preferible abandonar aquella y no ésta”.

Y es que, además de que líderes y burócratas no estarían dispuestos a perder sus privilegiada posición, esta solución implica anteponer la democracia interna a la “organización” del partido, que sería menos eficaz. Esto  implicaría tener peor marketing, menos influencia y, en consecuencia, menos votos. Ningún partido de los grandes lo aceptaría.
Y es lógico: un partido que anteponga la democracia a los votos, en este Sistema político antidemocrático que tenemos, está en franca desventaja con respecto a los que priorizan los votos a la democracia.
Los tramposos ganan, los honrados pierden, especialmente si la partida está amañada.

Así que, estas medidas de democracia interna, habría que imponerlas. A TODOS los partidos.

Y para eso, hay que hacer antes una revolución, derrocar la partitocracia, suprimir todos los actuales partidos, construir un nuevo Sistema político, esta vez democrático. Sin partidos o con nuevos partidos, pero obligados a funcionar de forma democrática.

En conclusión: que para “remediar esta lepra que nos mata”, sí que hay que suprimir todos los actuales partidos.

Al final, Simone Weil tenía razón.

jueves, julio 17, 2014

Partidos políticos + democracia = ERROR FATAL (II)

En el texto anterior, recuperaba una parte de lo que Simone Weil expresó sobre lo que son los partidos políticos. Pero, unos años antes, Robert Mitchels (“Los partidos políticos”, 1915) ya había analizado y explicado por qué los partidos políticos son como son.


El argumento principal se resume en lo que denominó “Ley de hierro de la oligarquía”:

“La organización es la que da origen al dominio de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía”.


Esto es, “a medida que se desarrolla una organización, no sólo se hacen más difíciles y más complicadas las tareas de la administración, sino que además aumentan y se especializan las obligaciones hasta un grado tal que ya no es posible abarcarlas de una sola mirada.”
Ello genera jerarquías: como consecuencia de la organización, todos los partidos o gremios profesionales llegan a dividirse en una minoría de directivos y una mayoría de dirigidos.”
“Cuanto más extenso y más ramificado es el aparato oficial de la organización, tanto mayor es el número de sus miembros, tanto más rico su tesoro y tanto más amplia la circulación de su prensa, tanto menos eficiente el control ejercido por la masa y tanto más reemplazado por el poder creciente de las comisiones.”

Y además, ese desarrollo acaba por hacer necesario que algunas personas (especialistas, “expertos”) adquieran la plena dedicación al partido. Estos profesionales de la política, tanto los líderes como los burócratas del partido, acaban por hacer suyos los puestos o cargos que desempeñan, anteponiendo su interés personal al del partido, y el del partido (cuya existencia necesitan para seguir disfrutando de su posición) al de la ideología que defiende y, por supuesto, a la democracia interna, que es lo primero que se sacrifica.

El advenimiento del liderazgo profesional señala el principio del fin para la democracia” porque “es obvio que el control democrático sufre de este modo una disminución progresiva, y se ve reducido finalmente a un mínimo infinitesimal”.


Además de la necesidad de organización, Mitchels indica, entre otros, un segundo motivo para esta incompatibilidad con la democracia: la “incapacidad de la masa”.

“No hay exageración al afirmar que entre los ciudadanos que gozan de derechos políticos, el número de los que tienen un interés vital por las cuestiones públicas es insignificante. En la mayor parte de los seres humanos, el sentido de una relación íntima entre lo bueno para el individuo y lo bueno para la colectividad está muy poco desarrollado.
En la vida de los partidos democráticos modernos podemos observar signos de similar indiferencia. Solo una minoría participa de las decisiones partidarias, y a veces esa minoría es de una pequeñez rayana en lo ridículo. Las resoluciones más importantes adoptadas por el más democrático de todos los partidos emanan siempre de un puñado de sus miembros.


Mitchels lo veía tan negro que acabó por escoger como mejor gobierno posible el de... Benito Mussolini.

Sin embargo, ¿esta “Ley de hierro” es realmente insalvable? ¿Se cumplirá siempre, hagamos lo que hagamos? ¿O hay formas de evitarla y de conseguir un partido político con democracia interna?

miércoles, julio 16, 2014

Partidos políticos + democracia = ERROR FATAL (I)

“Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata sin antes suprimir los partidos políticos.”


Simone Weil (“Ècrits de Londres et demières lettres”, 1943) lo tenía claro: mientras sigamos dejando la política en manos de los partidos, esto no tiene solución posible. Ni democracia, ni derechos, ni estado del bienestar, ni "ná de ná".


“Las soluciones no son fáciles de concebir. Pero es evidente, tras un examen atento, que cualquier solución implicaría en primer lugar la supresión de los partidos políticos.”


Pero... ¿qué pasa con los partidos políticos?
Simone lo expresó así:

“Para valorar a los partidos políticos según el criterio de la verdad, de la justicia, del bien público, conviene comenzar discerniendo sus características esenciales. Se pueden enumerar tres:
1. Un partido político es una máquina de fabricar pasión colectiva.
2. Un partido político es una organización construida de tal modo que ejerce una presión colectiva sobre el pensamiento de cada uno de los seres humanos que son sus miembros.
3. La primera finalidad y, en última instancia, la única finalidad de todo partido político es su propio crecimiento, y eso sin límite.
Debido a este triple carácter, todo partido político es totalitario en germen y en aspiración.
 

“Desde el momento en que el crecimiento del partido constituye un criterio del bien, se sigue inevitablemente la existencia de una presión colectiva del partido sobre el pensamiento de los hombres.”
 

“Si un hombre, miembro de un partido, está absolutamente decidido a ser fiel, en todos sus pensamientos, tan solo a la luz interior y a nada más, no puede dar a conocer esa resolución a su partido. Entonces se encuentra respecto del partido en estado de mentira.”
 

“Un hombre que se afilia a un partido seguramente ha percibido, en la acción y la propaganda de ese partido, cosas que le han parecido justas y buenas. Pero jamás ha estudiado la posición del partido respecto a todos los problemas de la vida pública. Al entrar en el partido, acepta posiciones que ignora. De esa manera somete su pensamiento a la autoridad del partido.”
 

“Pero de hecho, salvo raras excepciones, un hombre que entra en un partido adopta dócilmente la actitud de espíritu que expresará más tarde con estas palabras: «Como monárquico, como socialista, pienso que...». ¡Es tan cómodo! Porque no es pensar. No hay nada más cómodo que no pensar.”

Es decir, que los partidos políticos vendrían a ser como sectas: proporcionan una ideología afín que abrazar, un líder al que seguir, y compañeros para sentirse arropado y apoyado.
Son lo cómodo. El camino fácil.

Todo lo contrario de lo que representa la democracia: toma de decisiones racionales, responsabilidad individual, colaboración entre iguales, ausencia de jerarquías.
La democracia es sin duda el camino duro, sacrificado, difícil. Pero también es el que, en principio, nos permitiría construir una sociedad mejor.

Entonces... ¿la cuestión es... partidos políticos o democracia? ¿Hay que escoger entre una cosa o la otra?

sábado, julio 12, 2014

Monarquía o República: ¿tenemos derecho a un referéndum?

Con motivo de la abdicación de Juan Carlos I, ha existido una considerable movilización, tanto ciudadana como partidista, exigiendo un referéndum Monarquía-República.

Pero… eso… ¿tiene sentido? ¿Verdaderamente tenemos derecho a ese referéndum?

En democracia, por supuesto. Es lo que tienen las democracias, que los ciudadanos deciden.

Sin embargo, en España, obviamente, NO lo tenemos: los súbditos tenemos los derechos que el Poder Partitocrático nos concede graciosamente, entre los cuales no está el de un referéndum Monarquía-República.

En realidad, la respuesta la conocemos todos. Si viviéramos en democracia hace ya mucho tiempo que habríamos tenido un referéndum Monarquía-República.

Entre otros muchos.

También habríamos tenido un referéndum para decidir sobre la última modificación “Express” de la Constitución, esa que consolidaba la priorización del dinero sobre las personas.
También sobre nuestra intervención en la guerra de Irak.
Y sobre la autodeterminación o independencia, al menos en Cataluña y Euskadi.
Y sobre la aplicación de las políticas de supresión de derechos humanos fundamentales que nos están imponiendo aprovechando la “crisis”: Sanidad, Educación, Vivienda, Libertad de expresión y reunión…
Y sobre otros muchos asuntos relevantes para el desarrollo de la vida de los españoles, determinados por Tratados, Leyes, Decretos, Reglamentos y actuaciones políticas sobre las que ni se deja participar, ni se pregunta ni, generalmente, se informa adecuadamente a los ciudadanos.
Y también, desde luego, habríamos tenido un referéndum de ratificación de la propia Constitución, que hace años que quedó obsoleta.

Pero claro, no vivimos en democracia. En una Partitocracia como la nuestra no tenemos los mismos derechos que si viviéramos en democracia. Es de cajón.

Eso, a estas alturas, lo tenemos todos claro.

¿O no?

miércoles, julio 09, 2014

Cómo reventar el Sistema político “desde dentro”

Tenemos un Sistema político antidemocrático. Vamos a intentar encontrar la forma de reventarlo “desde dentro”, con una fuerza política democrática (y por tanto antisistema), que supere todas las barreras del Sistema, obtenga mayoría absoluta en unas elecciones y ponga en marcha un nuevo proceso Constituyente, pero, esta vez, democrático.

Para conseguir eso primero tenemos que comprender a lo que nos tenemos que enfrentar:

1) Una Constitución que:
- No garantiza los derechos fundamentales (sanidad, educación, vivienda...) de las personas (desde su última reforma, menos).
- No garantiza la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones.
- Impide la Separación de Poderes.
- Establece mecanismos de discriminación (circunscripciones) contra las fuerzas políticas pequeñas o emergentes.
- Impide que los ciudadanos controlen su cumplimiento al dejar esta misión en manos de órganos políticos (Tribunal Constitucional).
- Impide que los ciudadanos puedan exigir a los políticos el cumplimiento de sus programas electorales (veto del mandato imperativo).

2) Una Ley Electoral que:
- Incluye mecanismos discriminatorios contra las fuerzas políticas pequeñas o emergentes: circunscripciones, umbral mínimo de votos, método D'Hondt.
- Incluye la Censura de forma legal, al distribuir los espacios mediáticos discriminando, otra vez, a las fuerzas políticas pequeñas o emergentes.
- Discrimina hasta en la financiación, regalando dinero de todos los ciudadanos a los partidos que ya están en el Poder.
- Ignora la abstención (la democracia debe ser participada, si no lo es, algo está funcionando mal, por lo que la abstención no puede ignorarse).
- Discrimina a los votantes en blanco al no asignarles representación en escaños vacíos (incumpliendo hasta la propia Constitución, art. 14).

3) Unos grandes medios de comunicación que, con una campaña de propaganda permanente, 24x7, cada día, todos los días, desde hace ya más de 35 años, a favor de un grupo de partidos políticos determinados, repitiendo hasta la saciedad los mismos mensajes sobre los mismos partidos, una y otra vez, y discriminando (censurando) a las demás fuerzas políticas (pequeñas o emergentes), condicionan el voto de millones de españoles -a más presencia en los medios, más votos (es lo que tiene la publicidad)-, los suficientes como para garantizar las mayorías a ese grupo reducido de partidos del Sistema.
Es decir, el Poder Mediático por encima del Poder Político.

4) Una financiación privada (donaciones, préstamos) desproporcionadamente desigual que desequilibra todavía más las posibilidades a favor de ese mismo grupo reducido de partidos.
El Poder Político subordinado también al Poder Económico, en lugar de a los ciudadanos.

No está mal blindado el Sistema, ¿eh?

Pero bueno, sabiendo lo que hay, vamos al grano: ¿cómo acabar con esta aberración antidemocrática de Sistema Político “desde dentro”?

Ni idea.

Por mi parte, no veo manera alguna de superar todas las barreras que el Régimen ha colocado contra las fuerzas políticas que podrían amenazarlo electoralmente. Ni la veo yo, ni la han visto las decenas de potenciales candidaturas antisistema que han fracasado ya en el intento, estos 35 años de Partitocracia.

El único camino que sí veo es el de siempre: acción-presión ciudadana en calles, plazas, barrios y ciudades (respetando los principios de democracia y no-violencia, por supuesto), incrementándose, cada vez más, hasta que podamos poner en marcha un nuevo Proceso Constituyente; pero, esta vez, ciudadano (del Pueblo, por el Pueblo, para el Pueblo).



P.D. Que si alguien sabe cómo puede ser posible derribar al Sistema “desde dentro” para construir una verdadera democracia, sería muy de agradecer que compartiera esa información.

domingo, julio 06, 2014

¿Urnas o calle?


Ucrania: 
Elecciones → Ganan los pro-rusos → Movilización ciudadana pidiendo “democracia” → Movilización “ciudadana” armada → Golpe de estado.

Venezuela:
Elecciones → Gana Chávez, Maduro ahora → Movilización ciudadana pidiendo “democracia” → Movilización “ciudadana” armada → Golpe de estado fallido, por ahora.

No quiero entrar ahora en si estas dos líneas temporales son correctas o no. En si está pasando eso realmente en Ucrania y Venezuela. La verdad, yo no puedo saberlo, porque no estoy allí, y la fiabilidad de la información que nos llega en estos tiempos de brutal manipulación mediática es cada vez menor.

Lo que sí quiero rescatar de estas dos situaciones es el hecho de que los perdedores de unas elecciones no aceptan el resultado y movilizan a sus partidarios denunciando ausencia de democracia, con el objetivo de derrocar a un gobierno elegido en las urnas, por la vía de la presión ciudadana en la calle o, directamente, de la violencia.

Y creo que estaremos todos de acuerdo, independientemente de las situaciones reales de Ucrania y Venezuela, de que es inadmisible presentarse a las elecciones, perderlas, y luego pretender utilizar la calle para darle la vuelta a ese resultado.

¿Todos de acuerdo, no?

Si las elecciones son democráticas, las urnas hablan, la calle respeta.

Pero… ¿y si no son democráticas?

Si unas elecciones no son democráticas… esto es precisamente porque los demócratas no pueden ganarlas. En consecuencia:

Si las elecciones no son democráticas, para los demócratas, las urnas no sirven (se rechazan), la calle habla.

¿Objeciones?

sábado, junio 28, 2014

Un Proceso Constituyente Ciudadano, pero con Sorteo

Una Constitución del Pueblo, por el Pueblo, para el Pueblo, y elaborada por el Pueblo*. Es una parte de lo que necesitamos para salir del pozo de inmundicia política y miseria social en el que estamos metidos.

Elaborada por el Pueblo.

Pero... ¿por quiénes concretamente?

Podríamos escoger personas por medio de un proceso electoral específico. Por ejemplo, dividiendo España en distritos de aproximadamente 100.000 ciudadanos con derecho a voto, eligiendo a un ciudadano en cada distrito, saldrían 350 ciudadanos que tendrían la misión de elaborar una nueva Constitución.

Sería una manera.

Personalmente, estoy convencido de que saldría mal. En este momento, después de más de 35 años de Partitocracia, lo cierto es que no doy un euro por la capacidad para elegir representantes políticos de los españoles. No hay más que ver lo que hemos elegido estos últimos 35 años.
Además, considero que la Historia demuestra sobradamente que la elección de representantes es un pésimo sistema para trasladar la voluntad de los ciudadanos a los centros de toma de decisiones. En cambio, es más bien lo contrario, un Sistema óptimo para trasladar la voluntad de las Oligarquías a los ciudadanos, que  la asumirán como propia y elegirán representantes políticos que la hagan realidad.


Es hora de abrir la perspectiva. Y, en mi opinión, también lo es de mirar hacia la Historia para recuperar una práctica que, hace 2500 años, funcionó en la primera democracia, tal vez la única mínimamente digna de ese nombre: la ateniense.
Me refiero al Sorteo.

El Sorteo es una medida que nos iguala a todos. Brinda a todos los ciudadanos una absoluta igualdad de oportunidades de cara a desempeñar, por un tiempo limitado, los puestos de servicio político a la comunidad. Tiene sus inconvenientes, claro, pero... ¿y la alternativa?

En el caso que nos ocupa, la elaboración de una nueva Constitución, podríamos escoger por sorteo un ciudadano en  cada distrito, entre todos los que se presenten voluntarios para ese fin.
Ciudadanos que, una vez refrendada "su" Constitución, se convertirían en ciudadanos anónimos que no podrían ocupar cargo político alguno durante los siguientes 20 años.

¿A que la propuesta "huele" a democracia?

Pero, eso sí, a democracia, de la de verdad.





En 200 años de Historia del uso del sorteo (democracia ateniense), siempre, cada día, gobernaron los pobres (había ricos, pero no gobernaban).
En 200 años de Historia del uso de la elección (democracias modernas), siempre, cada día, han gobernado los ricos.

El sorteo da el poder a los pobres, que son el 99%.
La elección da el poder a los ricos, el 1%.
¿Hasta cuando vamos a seguir defendiendo la elección?

Etienne Chouard**



* Viene de Una solución para acabar con el Mal (Político).
** Queremos una Asamblea Constituyente democrática, por lo tanto elegida por sorteo.

sábado, junio 21, 2014

Una solución para acabar con el Mal (Político)

Necesitamos una nueva Constitución, pero, esta vez, elaborada por las personas adecuadas.*

Vale. ¿Y quiénes son esas personas?

Para responder mejor a esa pregunta habría que averiguar qué tuvieron de malo los creadores nuestra actual Constitución. ¿Por qué la hicieron así? ¿Fue incompetencia o algo deliberado?

Nuestra Constitución es similar a otras muchas Constituciones de otros países que ya estaban en vigor antes que la nuestra. No tiene nada original, innovador, que por eso mismo pueda fallar. Es una Constitución que define el Sistema político que querían conseguir los que la hicieron.

Es decir, esas personas nos ofrecieron una mala Constitución, deliberadamente. ¿El motivo? Sólo puede haber uno, ¿no? Por interés. Iban a sacar un beneficio personal de ello.

Lo diré de otra manera para que quede más claro:
Personas que tenían o estaban en el Poder en 1978 elaboraron una Constitución no para dar Poder al pueblo (=democracia), sino para que siguieran manejando el cotarro los mismos (=oligarquía, partitocracia).

En realidad es de sentido común. Después de 40 años de dictadura... ¿los mandamases iban a ceder el Poder al pueblo así, sin más? ¿Ellos mismos iban a regalarnos una Constitución democrática?

Así que ya tenemos una pista de, al menos, quiénes no deberían participar en la elaboración de una nueva Constitución: ni los que estén en el Poder actualmente, que harían una Constitución para continuar en él, ni los que aspiren a alcanzarlo, que harían una Constitución para acceder ellos mismos al Poder en el futuro.

Por tanto, quedarían excluidos, al menos, todos los que estén ostentando en la actualidad o hayan ostentado en el pasado un cargo político (tanto por elección como por designación)**.
Además, sería necesario que todos los escogidos para participar de la redacción de la nueva Constitución quedaran inhabilitados para ocupar cualquier cargo de los anteriores durante mucho tiempo… al menos, los 20 años posteriores a la aprobación de la Constitución***.

En conclusión, que la nueva Constitución NO deben elaborarla los políticos, sino los ciudadanos, los máximos interesados en que sea una buena Constitución… para ellos mismos.

Una Constitución para el Pueblo... elaborada, como no puede ser de otra manera, por el Pueblo.

¿Suena bien, no?

Al menos, suena bien si eres “Pueblo”.



* Viene de El origen del Mal (político).

** Esta propuesta, que no es mía, en mi opinión es muy moderada. Por mi parte también excluiría a todos los cargos ejecutivos y directivos de todos los medios de comunicación (el cuarto Poder) y, por seguridad, también de Bancos y grandes empresas (todo lo que se salga de la categoría de PYME).
Es decir, fuera los actuales Poderes político, mediático y económico, que harían una Constitución para que todo siguiera como está ahora.
Y para mayor seguridad, además, excluiría directamente a todas las personas con unos ingresos actuales superiores a 50.000 euros brutos/anuales. Un pequeño porcentaje de la población de adultos de este país (el 2% más rico aproximadamente)... pero el más interesado en que nada cambie.

*** ¿Por qué 20 años? Porque es lo que propondría como vida máxima de la Constitución: un periodo de tiempo suficientemente largo como para proporcionar estabilidad pero no tan largo como para generar anquilosamiento e inmovilismo excesivos. Transcurrido ese tiempo, si no se ha hecho antes a voluntad popular, se volvería a realizar un proceso Constituyente Ciudadano para actualizar la Constitución o, simplemente, para elaborar otra nueva.

domingo, junio 15, 2014

El Origen del Mal (Político)


Cuando estamos enfermos, habitualmente tomamos algún remedio para paliar los síntomas, y es nuestro propio organismo el que repara los daños. Pero hay enfermedades, las peores, en las que eso no basta: hay que averiguar el origen del mal para poder tratarlo.
En realidad en muchos problemas de nuestras vidas la receta es la misma: buscar las raíces de los problemas es el mejor camino para solucionarlos.
En política es igual.

Está claro que nuestro Sistema político padece una enfermedad grave. Mortal, diría yo.
¿Estamos aplicando los tratamientos adecuados para sanarlo?
¿Sabemos cuál es el origen del mal?
Si no conocemos el origen de la enfermedad, difícilmente vamos a saber cómo podemos curarla. Es posible que, probando, apliquemos algún paliativo que nos alivie un poco, pero eso sólo servirá para retrasar lo inevitable.

¿Cuál es el origen de nuestra enfermedad política?

En nuestro Sistema político tenemos problemas con políticos corruptos o incompetentes. Con partidos políticos opacos sin democracia interna. Con leyes y normativas absurdas, equivocadas o deliberadamente diseñadas para favorecer los intereses particulares de unos pocos. Con jueces no independientes. Etc. Pero hay algo que está por encima, y antes, que todo ello: la Constitución.

En la Constitución se legitiman los partidos políticos, y ahí están las bases que definen el escenario político en el que vivimos. También se definen los órganos que tienen que velar por el cumplimiento de la misma (Tribunal Constitucional) y por el buen funcionamiento de los Poderes: legislativo, ejecutivo, judicial.
Teniendo eso en cuenta, muy probablemente el origen del problema esté ahí, en la Constitución. ¿Dónde si no?

Pero... ¿un documento es el origen de todo? Y... ¿qué había antes de que ese documento fuera elaborado?
Pues... naturalmente... los individuos que lo elaboraron.

Es decir, que si nuestra Constitución es una pésima Constitución, como parece a la vista de los resultados, es porque los que la elaboraron hicieron un pésimo trabajo.

Luego el origen del problema o, al menos, uno de sus orígenes*, está ahí: en las personas que elaboraron la Constitución. Que, evidentemente, no fueron las adecuadas.

Si esto es así, localizada una de las causas originales del mal, podemos plantear una estrategia para corregir el problema: necesitamos una nueva Constitución.
Pero, esta vez, escogiendo bien a las personas encargadas de elaborarla.



* Digo “uno de sus orígenes” porque hay otro “origen” clarísimo del problema: si nuestro Sistema político es una castaña, pero lleva más de 35 años en vigor y la ciudadanía no está rechazándolo masivamente... evidentemente está fallando la ciudadanía, una ciudadanía con una escasísima cultura política, sumisa, pasiva, sin espíritu crítico, inmadura, dependiente, dirigida desde los medios de comunicación, que se deja llevar sin cuestionarse nada... al matadero.
Pero resolver ese problema puede llevar decenas de años. Y no podemos esperar tanto. A corto plazo, un primer paso para intentar salir de esta situación lo antes posible sería aprobar una nueva Constitución e intentar empezar de nuevo, pero, esta vez, con una Constitución democrática.